Habiendo recibido el diagnóstico de diabetes tipo 2 hace 15 años, Jorge Zambra había logrado mantener su salud bajo control a través de la dieta, el ejercicio y la ayuda de su endocrinólogo de UT Physicians, Philip Orlander, MD. Aún con su afección bajo control, nada podría haberlo preparado para la forma en que el coronavirus afectaría su bienestar físico y mental.
El contagio de la COVID-19
Zambra, ex empleado de UTHealth, fue cuidadoso una vez que comenzó la pandemia y solo salió para ir al supermercado una vez al mes, lavándose las manos y usando máscara de forma constante. Así que cuando un día tuvo un fuerte dolor de cabeza, no le dio importancia.
“Al vivir en Houston, pensé que estaba relacionado con las alergias, que son frecuentes en la primavera”, recuerda Zambra.
Sin embargo, después de días sin alivio o explicación para este dolor de cabeza continuo, solicitó realizarse la prueba de la COVID-19. Los resultados fueron positivos y lo dejaron muy conmocionado.
“No tengo idea de cómo sucedió, pero eso demuestra justamente lo peligroso que es este virus”, dice Zambra.
No pasó mucho tiempo después del diagnóstico hasta que lo llevaron a la sala de emergencias y eventualmente lo admitieron en la unidad de cuidados intensivos del Memorial Hermann-Texas Medical Center, debido a niveles bajos de oxígeno.
En el hospital, parte del plan de tratamiento de Zambra fue la oxigenoterapia y el uso de corticosteroides, una combinación típica para pacientes con COVID-19. Lamentablemente, se sabe que los corticosteroides aumentan significativamente los niveles de glucosa, lo cual presenta un problema para pacientes con diabetes.
“Esto es algo que ocurre con extremada frecuencia”, expresó Orlander, quien también es profesor, director de división y vicedirector de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo en McGovern Medical School en UTHealth, además de un distinguido profesor docente de UT System. “Independientemente de si un paciente ingresa al hospital para recibir tratamiento para la COVID-19 con su diabetes bajo control, encontrará inconvenientes con sus niveles de glucosa debido a los medicamentos esteroides”.
Por primera vez en su vida, Zambra fue insulino-dependiente. Con el azúcar en sangre que a veces llegaba al límite superior de los 300 después de recibir el medicamento esteroide, la insulina fue necesaria para prevenir otras complicaciones.
Después de una lucha de dos semanas contra el coronavirus en el hospital, finalmente volvió a su hogar con indicaciones de descanso y oxigenoterapia adicional, solo para enfrentar una batalla más que lo esperaba.
“Durante semanas, dediqué toda mi fuerza a combatir esta enfermedad desde el punto de vista físico. No tenía tiempo de pensar en nada más”, dijo. “Una vez que pasó todo eso, llegó la depresión”.
Zambra la describe como una nube suspendida constantemente sobre él. Con cada estornudo, dolor de cabeza o dolor, su mente inmediatamente se pregunta: “¿Ha vuelto?”
Para ayudar a los pacientes a recuperarse de los síntomas persistentes del coronavirus, ofrecemos atención especializada en el COVID-19 Center of Excellence de UTHealth. Para obtener más información, visite esta página o llame al (713) 486-CO19 (2619).
Recuperación
Hoy, Zambra cuenta que físicamente ha vuelto a la normalidad. Su diabetes tipo 2 está controlada sin insulina. En cuanto a su bienestar mental, nos cuenta que aún le queda trabajo por hacer para volver al estado en el que estaba antes de la COVID-19.
Para procesar toda la experiencia por la que atravesó, Zambra recibe la ayuda de un orientador y se dedica a escribir; hasta hoy, ha compuesto varios poemas sobre sus experiencias en el hospital.
“No es fácil, pero tengo un gran sistema de apoyo”, comentó. “El Dr. Orlander, mis ex compañeros de UTHealth, amigos y familiares me han enviado mensajes de consuelo que guardo en mi corazón a medida que sigo recuperándome. Estoy muy agradecido a Dios por darme otra oportunidad en la vida”.